lunes, 22 de septiembre de 2014

Los últimos deseos.

"Cuenta la leyenda que el rey Alejandro Magno, uno de los hombres más poderosos del mundo antiguo, antes de morir convocó a sus generales y les comunicó sus últimos deseos:
 
 
– Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.
 – Que los tesoros que había conquistado (oro, plata, todo tipo de piedras preciosas...), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
 – Y que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
 
 Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:

. Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.

. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí se quedarán.

.Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo".


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El tiempo es el tesoro más valioso que tenemos porque es limitado. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo.
Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar, nuestro tiempo es nuestra vida.

El mejor regalo que le podemos dar a alguien es nuestro tiempo, vigilemos a quien se lo entregamos.




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