miércoles, 6 de agosto de 2014

Cuento Corto: Buena suerte, mala suerte... Quién sabe.


"En esta aldea vivía una humilde familia que tenía un caballo negro, era un caballo salvaje que llevaba muchísimos años con ellos.
La familia le cuidaba y alimentaba y a cambio, se ayudaban de él para las labores del campo. El caballo era libre de ir y venir, no estaba encerrado, a veces se iba pero al poco tiempo volvía.
La familia siempre le dejaba paja limpia y agua fresca.
Todos en la aldea comentaban la gran suerte que había tenido esa familia con el caballo, ellos siempre contestaban “buena suerte o mala suerte, quien sabe”.


Una mañana se levantaron y vieron que el caballo había muerto. Se pusieron muy tristes, lloraron durante días. Y la gente de la aldea fue a verles diciéndoles la mala suerte habían tenido y ellos con lágrimas en los ojos decían “buena suerte o mala suerte, quien sabe”.



La familia continuó poniendo paja limpia y agua fresca.


A los pocas semanas oyeron ruidos en el granero, fueron a ver qué pasaba y encontraron a un caballo joven, precioso, era un caballo salvaje que al ver el granero abierto entró a comer la paja limpia y a beber el agua fresca.
El caballo se sintió tan cómodo allí, podía entrar y salir cuando quisiese disponía de agua fresca y paja limpia cada día, que decidió quedarse a vivir con la familia.
Toda la gente de la aldea les decía qué buena suerte habían tenido, a lo que la familia respondió “buena suerte o mala suerte, quién sabe”, ahora estaban contentos, pero la respuesta fue la misma.
El caballo llevaba ya meses allí pero una mañana desapareció, no se preocuparon y siguieron poniendo agua fresca y paja limpia. El caballo no regresaba y la gente del pueblo volvió a decirles qué mala suerte, a lo que ellos volvieron a responder “buena suerte o mala suerte, quién sabe”.
Finalmente el caballo regresó, pero no lo hizo solo... traía a una hermosa yegua con él.
De nuevo la gente del pueblo comentaba su buena suerte, ellos respondían lo mismo que en otras ocasiones “buena suerte o mala... quién sabe”.
La familia, tenía un hijo que ayudaba al padre en las tareas del campo y se encargaba adiestrar a los caballos en las tareas del campo. Un día el caballo hizo un movimiento extraño y el chico se cayó rompiéndose las piernas.
La gente del pueblo fue a visitarles diciéndoles la mala suerte que habían tenido a lo que la familia contesto “buena suerte o mala suerte, quien sabe”.
Al poco tiempo se declaró una guerra y el gobierno pasó a reclutar a todos los jóvenes con edad suficiente para luchar. Al llegar a la casa de la familia vieron que el hijo no podía caminar así que lo declararon no apto para el campo de batalla. Todos los demás jóvenes de la aldea fueron reclutados. La mayoría murieron o quedaron mal heridos.

La gente de la aldea volvió a decir “qué buena suerte habéis tenido, vuestro hijo no ha ido a la guerra”, ellos respondieron “buena suerte o mala suerte...”.
 
La gente de aquella aldea entendió entonces que, más allá de las apariencias la vida tiene otros significados."


----------

 

Lo que solemos llamar “buena o mala suerte”, muchas veces sólo lo podemos definir con la perspectiva que da el paso del tiempo; a veces “lo bueno” desemboca en algo malo y “lo malo” deviene en algo bueno...
Tendremos que vivir sucesos que no dependerán de nosotros, en apariencia favorables o desfavorables. Ante lo negativo, no nos servirá de nada adoptar el papel de víctimas, buscar culpables o dar vueltas sobre nuestra mala suerte. Son tiempo y energía perdidos.
Lo que sí depende de nosotros es nuestra actitud, sobre qué enfocamos nuestro pensamiento y cómo queremos influir para construir nuestra realidad: ser actores de nuestra existencia, ni espectadores ni víctimas.
Ser proactivos y no dejar de poner “agua limpia y paja fresca” para atraer a “la buena suerte”.
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios