La temperatura ambiente nos afecta también a nivel psicológico.
Así con las altas temperaturas del verano nos sentiremos más agresivos, irritables y agotados anímicamente.
Para minimizar estas reacciones debemos mantenernos siempre hidratados, bebiendo agua (preferiblemente sin azúcares) aunque no tengamos sensación de sed, evitar la exposición directa al sol en las horas más calurosas, utilizar ropas frescas...
También es importante intentar tomarnos estas situaciones de elevadas temperaturas con calma, sin ansiedad, ya que cuanto más nos focalizamos en un malestar más intenso lo percibimos.
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