El negativismo no es un buen hábito.
Cuando seamos conscientes de haber entrado en esa fase de rumiación vamos a pararla sin más, tomar el control y así no continuar a su merced, porque cuanto más “alimentemos” a estas emociones, más fuertes se harán. Para ello podemos practicar alguna técnica de relajación centrada en nuestra respiración, salir a dar un paseo, si es posible telefonear a un amigo... También puede ser efectivo darnos auto-órdenes del tipo: “No quiero agotarme con esto más”, “¡basta!”, “voy a dedicar mi tiempo y energía a otra cosa”.
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