Si nos encontramos un trébol de cuatro hojas... ¿Qué vamos a pensar? Que seguro nos traerá fortuna ¿verdad?, igual que cuando vamos a hacer un examen importante con nuestra camiseta talismán. También es frecuente que veamos que un jugador de tenis hace unos gestos fijos antes de realizar un saque o un futbolista que entra en el campo siempre con la pierna derecha...
Seguramente todos, en algún momento de nuestra vida nos hemos dejado llevar por la superstición, lo ilusorio. Esta tendencia a encontrar conexiones o patrones inexistentes se conoce como apofenia.
¿Los animales también son supersticiosos?
Y no se puede considerar exclusiva del ser humano... ¿Los animales también son supersticiosos? En cierto modo, si se juegan su ración de comida, sí. O eso podemos deducir de un curioso experimento con palomas que realizó en 1948 el psicólogo estadounidense Skinner: Observó que cada una repetía el movimiento que estaba realizando justo antes de recibir su dosis de comida, con "la esperanza" de provocar así, que apareciese otra ración de alimento.
Nos podemos preguntar por qué seguimos teniendo estos pensamientos ilusorios en esta época de las comunicaciones donde con sólo conectarnos a internet tenemos la explicación científica de multitud de fenómenos, o donde la tecnología nos sorprende casi cada semana con nuevos avances... Los motivos serían diversos: Uno de ellos está en nuestro cerebro: le cuesta crear actividades aleatorias, y es realmente bueno creando patrones y reconociéndolos (similar al experimento que vimos con palomas de Skinner). Otro es que los necesitamos, nos son útiles; el hecho de crear una ilusión de control pensando que nosotros hemos hecho algo para que las cosas salgan mejor, nos ayuda a aliviar la ansiedad, que no es poco. Sin olvidar la necesidad tan humana de creer que hay algo por encima de nosotros.
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